miércoles, 24 de mayo de 2017

Escenas de amor



No me gustan las escenas de amor en público por algo que le pasó a un amigo de la escuela a los 12 ó 13 años. Se llamaba Gastón Cupi y me encantaba que me invitara a tomar la leche a su casa: era siempre una aventura. En mi casa todo era normal; Chichita y Roberto eran bastante adultos, o habían madurado pronto, y yo no les podía hablar de cualquier tema, ni mucho menos hacerles cierta clase de chistes. En cambio los padres de Gastón Cupi todavía no habían madurado tanto, eran viejos de treinta y pico pero parecían más jóvenes.

Escuchaban otra música y compraban otros muebles. Mis padres tenían muebles aburridos, marrones y bastante comunes. Los padres de Gastón tenían sillones de colores y mesas bajitas y velas prendidas. Mis padres oían a Palito Ortega. Los padres de Gastón escuchaban a Spinetta. Y además eran muy graciosos. No graciosos entre ellos y serios con el hijo, como en algunas familias, sino graciosos entre los tres. Se pasaban el día haciéndose chistes.

Me encantaba ir a esa casa.

Gastón Cupi, mi compañero, le sacaba la silla a la mamá para que se cayera de culo al suelo, el papá se ponía sangre con ketchup en la cara y se tiraba por las escaleras para hacerse el muerto, la mamá abría la boca y mostraba la comida masticada en la mesa para que los otros tuvieran arcadas, y terminaban siempre los tres muriéndose de la risa. Ellos mismos le decían escenas a esas actividades que hacían. Y empezaban con cualquier idiotez.

Por ejemplo, una vez descubrieron que Gastón no soportaba ver cosas de amor en la tele, ni oír cosas de amor: se tapaba los ojos, giraba la cara, o se iba del comedor haciendo puaj con muchas jotas. Estaba justo en la edad donde el amor da un poco de asco.

Cuando descubrieron esto, los padres de Gastón Cupi empezaron a hacer escenas de amor a propósito. Se decían cosas cursis en la mesa, como por ejemplo «te amo tanto, mi pedacito de canelón con salsa» y Gastón cerraba los puños, y apretaba los dientes, y revoleaba los ojos para todos lados. Un poco porque le daba repugnancia en serio, pero sobre todo para hacer reír a su mamá y a su papá.

Cuanto más romántica era la escena, más escándalo hacía Gastón.

El juego era solamente eso: ver quién inventaba la escena de amor más ridícula, y ver cómo Gastón se hacía el incómodo al verla.

Tenían muchas otras escenas, pero las de amor eran las más divertidas cuando Gastón tenía 12 ó 13 años.



Con el tiempo Gastón se aburrió, o se quiso hacer el superado, y empezó a mirar las escenas de amor sin poner ninguna cara. Entonces los padres redoblaron la apuesta: se daban besos en la boca con lengua, o el papá le decía a la mamá «ay, qué lindas tetitas que tenés», o ella se hacía la sexi, y Gastón volvía a hacer caras y a decir puaj con muchas jotas.

Siempre fueron los tres muy graciosos.

Una vez estaban en una pizzería que queda en el centro del pueblo donde vivíamos todos. La mejor pizzería, siempre muy llena de gente en las mesas de la calle. Los padres de Gastón empezaron un escena de besuqueos, pero él se quedó con cara de piedra, sin mostrar asco ni nada.

El papá ya tenía una idea para cuando pasara eso. Se acercó a su hijo.

«Dame un beso en la boca, Gastón, te amo con mucha locura», le dijo, y la mamá escupió la cocacola por la nariz de la risa que le dio.

Gastón también quería reírse, pero se aguantó. Fue tan bueno el chiste del padre que, como premio, Gastón puso una tremenda cara de asco, como de chupar limón. Cuando la mamá fue al baño a limpiarse la mancha de cocacola, no vio que en la mesa de atrás comían pizza dos policías. Gastón y su papá tampoco los vieron, porque seguían metidos en sus personajes: «Dame un beso en la boca, quiero tu lengua en mi esófago», decía el padre, y le agarraba la cara al hijo con las dos manos, acercándole la trompa. Para peor, el papá de Gastón era barbudo.

Y Gastón, concentrado en su papel, gritaba: «¡Me da asco, señor, qué pretende usted de mí!».

El chiste hubiera sido genial, pero los dos policías no conocían las escenas de amor de la familia Cupi, y como pensaron que Gastón estaba en peligro de verdad, uno de los policías desenfundó su arma y el otro se tiró encima del papá Gastón para meterlo preso. Fue un desastre.

Cuando la mamá volvió del baño vio a su marido con las manos contra la pared, un montón de gente alrededor haciendo que no con la cabeza, y a Gastón gritando: «¡No le hagan nada! ¡No es un extraño, es mi papá!».

Esa explicación hizo enojar todavía más a los policías. ¡Cómo un padre va a querer besar en la boca a su propio hijo! Y esposaron al papá de Gastón. La gente empezó a mover la cabeza más fuerte y decían todos «qué barbaridad» como si fueran palomas.

La mamá llegó jadeando del baño: «¡Estamos los tres de acuerdo!», dijo, «¡es una cosa que hacemos siempre!».

Al oír eso, uno de los policías dio un paso al frente y esposó también a la mamá. Gastón miraba todo llorando: «¡Mis papás se besan solamente entre ellos, a mí no me besan nunca!», gritó el chico. Y todas las palomas dijeron ohhhh con grandísima compasión, y miraron con mucha más rabia a los padres.

Gastón no sabía cómo explicarlo mejor: «¡A veces papá le toca las tetas a mamá adelante mío, pero es para que me dé asco, es un juego que tenemos!», sollozó.

Y eso fue la gota que colmó el vaso. De pronto se levantó una señora que estaba en la pizzería y dijo, mientras mostraba una credencial: «Soy asistente social, hay que llevar a este niño a un orfanato... ¡Urgente!».

La señora se acercó a Gastón, lo envolvió entre sus brazos para que no tuviera frío, y mientras los policías metían a los papás en un patrullero, la señora le dijo a Gastón: «Vos no te preocupes por nada, mi vida», y le dio un beso lleno de ternura, y de maquillaje, y de restos de pizza cuatro quesos.

Y ese beso a Gastón sí le dio muchísimo, pero muchísimo, pero muchísimo asco.

- Hernan Casciari


                       El beso  -  Marc Chagall





https://travesiatrv.blogspot.com.es/


domingo, 14 de mayo de 2017

El Rey enamorado


A continuacion un fragmento del Drama "Enrique VI" de William Shakenends.

Escena septima del cuadro tercero del acto primero.

El Rey Enrique VI ha rezado la novena en su cuarto y despues de unos
segundos atraviesa la quinta.

Recitado:

- Ven juglar, acerquémonos al balcón de María
para darle una serenata.

María, María, mírala
que beya plebella,
¿debo abdicar al trono por amor a ella?

¿Vale acaso más una fría corona
que un solo reflejo de sol
en los dorados cabellos de María Blessing?

- Y, mas o menos

- Oh, oh dolientes espíritus,
oh sempiternos gemidos
acudid en mi ayuda,
decidme que debo hacer
en este momento aciago...
así hago algo.

Maria, Maria, la corona, ¡¡la corona!!

Pero que importa una corona,
si el resto de la dentadura esta sana
el trono, la gloria vana,
el oropel vacuo,
ah, mira juglar, mira la estatua
que me inmortaliza sobre brioso corcel,
yo y mi vanidad, ordené que gastaran los dineros del reino
en una estatua ecuestre,
cuestre lo que cuestre.

Mira, mira las Figuras,
el Rey, el Caballo, solo falta la Sota,
el Poder, el Trono, el Trono o Maria,
al fin y al cabo, el Trono lo quiero para posarme sobre el,
y satisfacer mis deseos,
los más sublimes y los más perversos,
en cambio a María la quiero para ....
caramba, ¡que coincidencia!

Ven juglar, ven,
ven, acércate, mira,
quisiera cantarle a María,
pero el destino me ha castigado con dura mano
en mi inspiración musical,
ruegote, ponle música a mis inspirados versos a María.

DIÁLOGO CANTABLE

REY: Por ser fuente de dulzura

JUGLAR: Por ser fuente de dulzura

R: Por ser de rosas un ramo

J: Por ser de rosas un ramo

R: Por ser nido de ternura, oh María, yo te amo

J: Por ser nido de ternura, oh María, yo te amo

(breves palabras del Rey al Juglar, en voz baja)

J: Oh María, el la ama.

R: Ámame como yo te amo a ti,

J: Amelo como él la ama a Usted,

R: Y los demás envidiaran nuestro amor,

J: Mmm... todos nosotros envidiaremos el amor de ustedes,

R: Oh mi amor, María mía,

J: Oh su amor, María suya,

R: Mi brillante, mi rubí

J: Su brillante su rubí,

R: Mi canción, mi poesía, nunca te olvides de mi,

J: Su canción, su poesía, nunca se olvide de su

R: Tu estas encima de todas las cosas, mi vida

J: Usted esta encima de todas las cosas subida

R: Eres mi sana alegría,

J: Usted es Susana, eh, María, alegría

R: Mi amor,

J: Su amor,

R: Mi tesoro

J: Su tesoro,

R: Mímame

J: Súmame

J: Súmelo

R: Tanto tu te me metes en lo mas hondo de mi

J: Tanto Usted...

R: que ya no se si soy de mi o si soy de ti

J: Tanto Usted...

R: si tu me amaras a mi amarías en mi aquello que amamos nosotros

J: Tanto Usted....

R: y envidiáis vosotros y ellos...

J: .... ¡Amelo!

R: Cuando miras con desdén,

J: Cuando mira con desdén,

R: Pareces fría, sujeta,

J: Parece fría, su... , su cara,

R: Por ser tan grandes tus dones, no caben en mi, mi bien,

J: Por ser tan grandes sus dones, no caben en su sutien

R: ¡¡¡NO!!! ¡¡¡NO!!!

J: ¡¡¡NO!!! ¡¡¡NO!!!

R: Tunante,

J: Sunante,

R: Miserable,

J: Suserable,

R: ¡Guardias, a mi!

J: ¡Guardias, a el!

(Los guardias se llevan al Rey entre medio de protestas del mismo)





https://travesiatrv.blogspot.com.es/